Con Rosana nos conocemos desde hace varios años, siempre destacó por su afabilidad, su sonrisa que aún recuerdo a pesar del tapabocas, y su don servicial puesto para el trato con sus clientes. Al principio recorría la feria buscando precios, opté por su puesto, por la calidad de sus productos y esa manera siempre proactiva y de bondad que ella transmite.

Me llamo Rosana Alejandra Gatto Dimitrio y nací el 21 de diciembre de 1977 en la ciudad de Montevideo, tengo 43 años.

-¿Cómo se compone tu familia?

Tengo tres hijos, Matías de veinte años, Lucía de diecisiete y Rodrigo que tiene trece. Ahora vivo con Alejandro en pareja, hace tres años.

-De dónde nos conocemos Rosana … (reímos )

Nosotras nos conocemos de la Feria vecinal, acá en la Ciudad Vieja.

-¿Cuántos años hace que sos feriante?

Mi abuelo era feriante, mi papá también y yo empecé a trabajar con ellos, con mi papá. Venía los fines de semana, tenía diez años, lo ayudaba mientras iba a la escuela. Después, me enfermé, cuando estaba en 5to. de liceo, tuve un surmenage, y no pude seguir estudiando, me quedé en la feria con mi papá. A los dieciochos años me compré mi puesto y me independicé, hasta que papá se enfermó hace diez años y me hice cargo de los puestos de él.

-¿Cómo se llama el puesto?

“Kike e hijas” se llama el puesto de mi padre, yo tuve que dejar el mío cuando me hice cargo de su puesto.. Tuve que entregar el mío y seguí con el de mi papá. Tengo una hermana que trabajó con nosotros siempre, pero ahora hace un tiempo ella consiguió otro trabajo en el aeropuerto en la parte de Catering y desde que empezó la pandemia dejó de venir a la Feria.

-¿Cómo es la jornada típica de una feriante?

Me levanto a las tres de la mañana porque vivo en El Pinar, me voy al Mercado, llego a las cuatro, compro mientras se carga el camión y llegamos a la Feria a las cinco, se descarga el camión, se arma y esperamos a la gente a las ocho o antes a veces…

-¿Hasta qué hora aproximadamente?

Hasta las dos y media aproximadamente luego se carga el camión y salimos a las tres y media de la tarde de acá.

-¿Dónde se compra la mercadería, las verduras y demás cosas?

Ahora ha cambiado mucho, porque con el cambio del Mercado Modelo que estaba en Propios y Centenario, ahora que se trasladó a la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM), cambió el horario, ya no se puede ir como antes, las distancias no dan para que el feriante pueda llegar en hora a la feria, entonces lo que hago, que lo hace la mayoría, es ir un día antes adelantar el trabajo de comprar las cosas que no se echan a perder y al otro día vamos a la quinta donde llegar a la feria.

-¿Cuántas veces a la semana estás en esta Feria?

Estoy martes y viernes, los demás días estoy en… por ejemplo los sábados estoy en Acevedo Díaz y Rivera y los domingos en Gutiérrez Ruiz y Maldonado…

-Es una vida sacrificada…

Y sí… porque ahora cambió el movimiento, ahora voy los lunes al mercado para adelantar el trabajo para los martes , el miércoles es el único día de descanso que tengo, paso toda la noche entera en casa y el jueves adelanto el trabajo para la Ciudad Vieja de vuelta.

-¿Tenés alguna actividad social?

Ahora con el tema de la pandemia se ha dificultado bastante las reuniones con amigos y amigas, igual nos comunicamos por mensajes y llamadas, además tengo horarios complejos. Trato de ir al gimnasio tres veces por semana para distender la cabeza más que nada…

-¿Qué entretenimientos buscas?

Me gustaba leer, tele no, llego a casa a las cinco de la tarde, entre que mi papá está enfermo y que me dedico mucho a él, y además quiero ayudar a mi mamá… no tengo mucho tiempo para sociabilidad.

-¿Tenés clientela que has conseguido fidelizar?

Mucha clientela fiel, (se ríe y reflexiona un ratito ) , no se bien porque la gente es fiel a este puesto, a mí me gusta lo que hago y trato de hacerlo como si fuera para mí, compro la mercadería como si fuera para mí, trato a la gente como me gustaría que me trataran a mí.

-Te veo desde vender hasta sacar las cuentas, estás en todos los roles…

(Se ríe) Eso me lo enseñó mi padre… que es así. A veces me solicitan cosas que no tengo en ese momento y me ofrezco para traer encargues que no tienen mucha salida, por ejemplo hoy en día hay verduras que no… no se consumen, la nabiza por ejemplo… es un artículo que en la feria no lo encontras, es amarga pariente del nabo que se usa más bien en los pucheros…

-Los gurises que trabajan contigo, en tu puesto ¿de dónde son?

Tengo un empleado fiel que es Gabriel, que es hijo de otro feriante que trabaja conmigo desde que retomé los puestos de mi padre, me empezó a ayudar desde los trece años, era muy chico repartía los pedidos y se ganó el corazón de la gente porque lo quiere todo el mundo y después el ”boca a boca “ gente que viene a pedir , y bue… a veces conseguís por amigos que se van ofreciendo.

-¿Alguno de tus hijos te ayuda en el puesto?

No, por suerte no, (queda pensativa ) ellos estudian… Matías el de veinte hace Facultad de Ingeniería, estudia Sistemas, Lucía está en 5to de liceo y Rodrigo está recién empezando el liceo.

-Y a Alejandro tu pareja ¿cómo lo conociste?

Lo conocí en el Mercado, la verdad que siempre dije que no me iba a involucrar con gente de mi trabajo, del rubro y bue…se dio. Hace tres años y medio que estamos juntos, es muy buen compañero.

-Es el que te ayuda en la cobranza.

Si sí , me ayuda a cobrar , me ayuda a ir al mercado, la calle está muy difícil… salimos juntos, es el que maneja el camión, antes tenía fletes no tenía camión, hasta que me compré el camión pero no me animo a manejar…

-Que sueños has tenido y tenés…

Viajé, cuando era más joven viajé, con el padre de mis hijos tuve esa oportunidad, fuimos a Paraguay, a Brasil. Cuando era chica viví en la Argentina, en capital , desde el año hasta casi los diez… regresamos porque mis abuelos se enfermaron y ahí retornamos del todo.

-Siempre viviste en El Pinar…

No, me casé cuando tenía veinte años, me ennovié a los quince y vivía ahí en Avenida Italia y Luis Alberto de Herrera. Desde que regresamos de Argentina vivimos en esa zona, el padre de mis hijos es de ese barrio, siempre viví ahí hasta que me separé y después me fui a vivir a El Pinar que se me dio por querer comprar un terreno y lo compramos a medias con mis padres, por las dudas que algún día no pudiéramos pagar alquiler.

-Operaron los mecanismos de prevención respecto al futuro…

Se me metió en la cabeza a mí, porque tanto mis padres como yo pagábamos alquiler y yo me separé. La verdad nunca pensé que iba a ir a vivir a El Pinar. Hace seis años que me fui y no me arrepiento porque a los chiquilines les cambió totalmente la vida.

-Viven contigo…

Sí, vivimos todos juntos (lo cuenta con orgullo).

-¿Cuánto hace que estás en este barrio en esta Feria, notas algún cambio?

Lo que sucede es que la pandemia ha cambiado a muchos. Todo. La inseguridad primero y después la pandemia, la gente se ha tirado a hacer pedidos no sale tanto a la calle.

(la interrumpo )… Lo se porque me has mandado muchos pedidos que te he solicitado… (reímos)

El público acá es muy particular, para mí la feria esta es la mejor, la gente es muy accesible. También vienen personas de las oficinas de acá o del centro, a veces les llevamos a alguna oficina porque tienen ese día de la semana que comen futas, hacemos delivery (sonríe). Mucha gente que trabaja y te hace el pedido el día anterior o te llama y confía en vos.

-Y los miércoles, día de descanso real que hacés.

Bueno descansar, lo que se dice descansar con tres gurises, no son chicos pero hay que estar porque el tiempo para ellos… bueno más que el tiempo es la calidad que una le puede brindar. Tenés que estar y limpiar la casa además. Disfruto mucho salir a comer con mis hijos afuera, es algo que me encanta, allá en El Pinar hay un lugar tipo pub que hay música en vivo, son los miércoles de noche inclusive. Amo salir con ellos a comer afuera. Es lo que más disfruto realmente. Compartimos charlas, risas, lo hacemos siempre en casa también. Una vez cada diez días tengo que salir a comer afuera con los chiquilines, porque me gusta y lo disfruto. Me gusta también la música pero no el hecho de ir a bailar (se rie ). Prefiero quedarme en casa y hacer un asado o una comida rica.

-Tenes algún otro sueño o aspiración además de lo de la Feria .

No, me gusta de repente imaginarme ir de vacaciones con los chiquilines pero no preciso ir muy lejos.

-¿Te tomás algún descanso anual?

Casi siempre me tomaba la primera semana del año, enero, pero con el tema de la pandemia hace como dos años que no salimos, además festejamos el cumpleaños de quince de mi hija, terminé nuestra casa y compré el camión, eso te va quitando un poco el tema de las vacaciones por una cuestión económica. Invierto primero en cosas o situaciones que necesitamos, voy dejando de lado un poco el descanso. Pero igual me gusta tomarme o la semana de turismo o esa primera semana del año que te comentaba. No necesito ir a ningún lado lejos. Soy socia de la Cooperativa Artigas y voy a la colonia de vacaciones en Piriápolis, que tiene un parque cerrado con piscina, hago lo mismo que en mi casa pero cambiamos de lugar y con eso ya me alcanza y soy feliz.

-Tenés tus propios viajes interiores.

A mí me gusta trabajar, son tareas que te permiten estar en contacto con las personas. Acá en la feria todos los días son distintos, de repente no charlas con nadie en toda la mañana y de repente te cruzas con un cliente que te cuenta algo o vos se lo contas porque le tenés confianza. Hay personas que se corren de la categoría de clientes y podes compartir o te pasan circunstancias que te dan ese acercamiento con la gente que a veces no lo esperas, o una palmadita en el hombro. Cada día en la feria es distinto y renovador a la vez. Una viene a vender, a trabajar pero a mí me gusta lo que hago, también esto de compartir charlas.

-Te vas a jubilar de feriante. ¿Alguno de tus hijos continuará con este legado?

No, yo no quiero que lo sigan, es muy sacrificado… a veces “no te da el cuerpo” pero… tenés que seguir, mirás la hora y te sobresaltás porque pensás que te queda poco para dormir y el cuerpo “te va pasando facturas”.

– ¿Qué habilitación tenés que tener para hacer este trabajo?

Tenés que tener una empresa, certificado de buena conducta, sacar un permiso, te piden muchas cosas pero se consiguen fáciles. Pero trabajo sin renunciar a tener estos días con entusiasmo.

Al finalizar la charla reflexiono sobre lo que significa la elección de una tarea tan sacrificada pero también, tengo la firme convicción, que personas como Rosana han elegido esta profesion, a pesar de los pesares. ¿Y saben por qué son tan necesarias? Para colmar la cuota de generosidad que deseamos en nosotros/as y los demás. Con una sonrisa y el naturalizado “choque de puños” me despido. Me voy tarareando bajito “En la ciudad de la furia “ , de Soda Stereo.