Estoy con Oscar, amigo y compañero de hace algunos años, me encanta su parquedad y esa cuestión afable que lo caracteriza, además de su mirada franca que muy poca gente tiene. Me recibe en su apartamento pequeño, bien distribuido y cálido como él y su pareja, Carmen. Empieza a desgranar curiosos datos acerca de su identidad.

-Nací en otra fecha que la que figura en la cédula de identidad, nunca lo pude resolver, es una paradoja. No ;( cambia el tono de su voz) es una burrada, viste que antes te anotaban después que nacías. Nací el 26 de junio de 1946 y me anotan el 26 de julio de 1946, un mes después. Cuando era chico nunca me di cuenta bien que pasaba, nunca le di bola a eso, creo que, cuando grande y cuando volví del exilio, fui aquí al Registro Civil y me dije: Esto no puede ser.

La partida de nacimiento que tengo por ahí, es del 2 de julio que dice nacido el 26 del corriente mes, o sea, según ellos me dan la partida de nacimiento antes que yo naciera, entonces les decía: Pero es una cuestión de sentido común si vos me das la partida el día 2 y dice que nací en ese mes, no puede ser que haya nacido posteriormente. Yo nací el 26 de junio de 1946.

-¿Te lo cambiaron?

-No, no me lo cambiaron. A mi no me importa, es una fecha hasta histórica el 26 de julio, el día de la Revolución Cubana.

-Pero vos celebras el 26 de junio…

-Sí, pero el 26 de julio es un día histórico, el día de la toma del Cuartel Moncada y Oscar además es mi segundo nombre. Yo me llamo Heriberto Oscar Orcajo Gutierrez, porque mi padre se llamaba Heriberto. A mí me da una bronca cuando los padres le ponen su nombre al hijo, pero mi viejo tuvo una virtud que me puso un segundo nombre, Oscar.

-Qué es por el cual todos te conocen.

-Sí, si es el que uso, en casa me decían Oscar.

-Vos empezaste a estudiar en una época Facultad de Veterinaria. Contame algo de esos momentos.

-Yo empecé mis estudios en el interior, en Tala. Hice el liceo ahí, mi padre tenía defectos pero muchas virtudes también, que siempre creyó en la enseñanza pública. Mi padre era empleado de ómnibus, éramos una familia muy modesta, para lo que era la sociedad del Tala. Entonces me mandó al liceo de San Ramón. En el Tala había un liceo, pero era el liceo de los curas y mi padre dijo no, con curas no. Y me mandó a San Ramón. Era un sacrificio porque había que pagar el ómnibus, iba y venía todos los días 18 kms, pero en esa época se demoraba más de una hora ( se ríe y acota) era como una carreta…

Después me vine a Montevideo, mi padre trabajaba en la Cita, un taller donde se reparaban los autos, se ponía aceite y las cosas propias de un taller mecánico, a él le servía que nos viniéramos y yo me vine a estudiar preparatorio, fui al IAVA.

-¿Con quién vivías en esa época?

-Con mis viejos, vivíamos en el barrio Piedras Blancas, ahí estábamos radicados… en el glorioso Piedra Blancas. Hice los dos años del bachillerato y entré en la Facultad de Veterinaria.

-¿Por qué ingresaste a la Facultad de Veterinaria?

-Una vez hablé con un médico del Tala y empezó a hablar de la medicina y me dije medicina no, de seres humanos no. Me imaginaba trabajando con vacas en el campo, fue un momento de mi vida, con las “famosas vocaciones”, que como decía Raúl Sendic, no existen; son momentos que uno tiene determinadas inclinaciones. Claro que puede ser que alguien desde chiquito tenga una vocación muy fuerte, que diga quiero ser astronauta y fue astronauta.

-¿No terminaste Veterinaria…?

-No, no la terminé, también influyeron las circunstancias que se vivían en el país, a mí la cabeza se me fue para el otro lado, como a muchos jóvenes y se me complicó. Me tuve que ir.

-Te fuiste al exilio ¿Por dónde estuviste?

-Anduve por varios lados, Chile, Cuba y terminé en Italia, donde estuve trece años.

Fue por algunas cuestiones muy embromada esa situación pero también fue muy rica porque siempre pienso, peor fue la gente que se quedó acá. Yo no pasé mal en el exilio porque conocí mucha gente, conocí otras sociedades, fue otra vida. Otra experiencia que me aportó mucho en lo personal y en todo sentido.

-¿En qué año regresaste al Uruguay?

-Regresé… (piensa bastante antes de contestar) en marzo empezó el nuevo gobierno y volví el 1ero de junio de 1985.

Eso sí que lo tenía claro, quería venirme, (a viva voz) yo no me había ido porque había querido. Me tuve que ir obligado, me echaron como quien dice y me dije: yo vuelvo al otro día que se pueda. Hice otra vida más, distinta a la anterior.

-¿En qué trabajaste cuando volviste?

-Cuando volví (risas ), trabajé en varias cosas pero te cuento primero en lo que trabajé cuando estuve en el exilio; por ejemplo cuando estuve en Italia, conseguí una beca ahí de un servicio universitario mundial , no sé ni que cosa era, me daban 100 dólares por mes, en esa época rendía más pero tampoco era tanto. No servía ni pa’ pagar el alquiler pero me ayudaba pila. Allá estaba en una situación muy precaria, trabajaba en cualquier cosa, trabajé en una fábrica de fundición de aluminio en el norte italiano ahí en la Lombardía, después trabajé en la construcción, de pintor. Trabajé en el cementerio de Roma, con un tipo que hacía las losas para los muertos. Hay cosas que ya ni me acuerdo…

-Fueron oficios variados…

-SÍ, trabajé de acomodador de seguridad y desarmador de equipos en los conciertos de los artistas en Roma, de los cantantes.

-¿Y lo de la beca que mencionaste?

-Esa beca me permitió hacer el curso de Técnico en Laboratorio de Análisis Clínicos en la Escuela de la Universidad de Roma, un Tecnológico que había dentro de la Universidad. ¿Sabes cuál era el problema?, que yo tenía permiso de residencia pero no tenía permiso de trabajo. Era fantástico, cada vez que quería renovar me reía porque los tipos sabían que yo vivía ahí pero ¿de qué vivía?… si no tenía permiso de trabajo. Trabajé en negro. Como miles y miles de personas, de inmigrantes que lo hacen en Italia. Era irregular entonces. Hice unas prácticas en unos hospitales pero no pude conseguir trabajo porque con la ciudadanía no tenía ese permiso de trabajo…

Me vine a Montevideo, y vinculado como uno estaba a la Universidad me fui al Hospital de Clínicas donde estaban las Tecnologías, y es increíble pero el título lo pude revalidar enseguida. ¿Cuál era el tema?. Me ofrecieron ahí en el Clínicas, trabajar de voluntario y pensé … si vos estás un año acá, haces una pasantía, todo legal, además en un año podía conseguir trabajo. Salí de ahí y me dije: soy tremendo pelotudo que voy a estar un año sin laburar, era una pasantía sin remuneración. Tuve los dos títulos, el italiano y el uruguayo y al final nunca pude ejercer. Igual te digo que no me veía metido en un laboratorio haciendo las pruebas de sangre y demás estudios de la profesión.

-¿Y para subsistir acá que tipo de trabajo hiciste?

-Lo que había acá en esos tiempos era mucha vinculación entre amigos, gente conocida, gente que estaba allá conmigo y vino para acá, también conocí a gente nueva a través de otros y había unos compañeros que eran muy militantes de FUCVAM, (Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua) pero ellos también para subsistir tenían a su vez una cooperativa de albañilería y pintura, era una empresita era todo legal pero éramos tres, trabajé años con ellos. Yo era fundamentalmente el pintor. En Italia pintaba tenía mi experiencia…

Era una relación muy linda, pero era zafral y artesanal, uno de ellos en un momento puso una ferretería, era su sueño tener ese negocio, pobre… ese ya se murió y a otro de los compañeros sólo le faltaba la carpeta para ser arquitecto, el Pepe, viste esa gente que nunca se recibe pero trabaja en eso, bue…era un arquitecto. Pero no tenía el título, le decíamos que era un boludo, porque si no tenía la carpeta no podía firmar. Tenía una experiencia de trabajo brutal y hacía de todo, era muy completo. Yo también después seguí trabajando por mi cuenta, salteado y mal.

Tuve un gran amigo, digo tuve porque se murió pobre… (suspira con pesar). Un amigo increíble que tenía una virtud impresionante, él estaba contigo, si vos andabas mal de laburo él pensaba y seguía pensando y después venía y te proponía cosas… Una solidaridad pocas veces vista, resolvía siempre.

-Era un amigo de fierro…

-Sí, un amigo de fierro, entonces convenció a su suegra que tenía plata, ella era una persona que no manejaba, era una persona grande y la convenció para que comprara un auto y contratara un chofer, por supuesto el chofer…era yo.

-Conduciendo a Miss Daisy…

-Creo que eso fue por el 94 y hasta el 16 que me jubile trabajé con ella. Un trabajo súper cómodo, no solo por el tiempo que me implicaba, ganaba muy bien y la relación con ella era excelente.

-¿Conocías bastante bien todas las calles de Montevideo?

-Más o menos, nosotros teníamos casi siempre el mismo recorrido, el mismo trillo, los shopping, Las Piedras…

-¿Tenías algún tipo de uniforme de chofer?

-Noooo, nada, nada, así como estoy ahora.

-¿Tenías algún horario que cumplir?

-No tenía horarios, ella me llamaba y me decía:- Oscar vamos al shopping a las 6, íbamos y yo ya a las 7 o a las 8 estaba de vuelta en casa.

Además yo le hacía como de secretario, tuvimos una relación increíble

-¿Eras como un acompañante terapéutico?

-Sí, nos hablábamos todo. Y eso me permitió estudiar, yo ya venía estudiando desde el 87, de noche en una Facultad , en una Licenciatura que por suerte se podía estudiar de noche porque yo de día ya trabajaba, con la cooperativa. Me puse a estudiar Ciencias de la Comunicación y los horarios nocturnos, que bastante peleamos por eso, porque había gente que quería que hubiera solo de día. Hicimos una encuesta por los horarios y al final hubo dos turnos, surgió que más del 50% de los que estudiaban trabajaban. Fue una pelea breve que se ganó bien, en buena ley.

Después pasaron muchas cosas con la Licenciatura y al final logré, digo por el tema laboral, primero un cargo docente en Extensión, con otra gente armamos un proyecto para sacar una radio en la Universidad y fui el Asistente Académico encargado de ese proyecto por años, proyecto remunerado.

-Ahí nos conocimos…

-Sí y después, siempre hablando de trabajo, fui el director ejecutivo de la radio universitaria hasta el año 2016 que ahí renuncié, me jubilé.

-Cambiando de tema, ¿cuánto hace que vos vivís en este barrio, en la Ciudad Vieja?

-Prácticamente desde que regresé al país, porque en el 85 solo viví tres meses en la casa de mis padres en Piedras Blancas. A los tres meses surgió una oportunidad para comprar un apartamento, habíamos traído con mi ex esposa algo de guita para comprar algo y compramos un apartamento muy barato en la calle Brecha a seis cuadras más o menos de donde vivo ahora, en el año 96 me vine para esta casa donde estamos ahora con Carmen…

-Era la siguiente pregunta:¿ cuándo conociste a la dulce Carmen?

-Y a Carmen la tenía vista hace tiempo, (se pone enfático) en la barra que teníamos que trabajaba con ellos, la barra de arquitectura. Ahh! porque tuvimos miles de trabajos (se agarra la cabeza), una cooperativa de asesoramiento de viviendas en la que nunca cobramos un peso, pero trabajamos como un año, ahí la disolvimos al cabo de un año porque no rendía, los proyectos que arrancaban con la gente no tenían plata y ahí conocí a otros arquitectos que habían sido compañeros de Carmen.

Antes por acá por ciudad vieja, claro también éramos más jóvenes, había mucha vida nocturna, por Bartolomé Mitre había un boliche que se llamaba “La Creperie”, la dueña era una muchacha que también había venido del exilio. Ahí se juntaba una majuga de todo el mundo, artistas, bohemios del barrio. Al frecuentar ese lugar la vi a Carmen varias veces y al final acá seguimos y estamos…

-Vos notas algunas diferencias en Ciudad Vieja, respecto a la arquitectura, sus gentes, sus costumbres.

-Si, la ciudad vieja ha ido cambiando. Siempre cambia, cuando llegué la ciudad vieja no escapaba de la crisis tremenda que se vivía en la época de la dictadura, era una ciudad vieja muy precaria, muy insegura, mucha gente con carencia que se veía en la calle y que ahora se está viendo de nuevo. Antes había bandita de gurises que te afanaban y salían corriendo para la rambla. Épocas de mucha pobreza, muchas casas ocupadas.

Estaba el Bajo, zona de prostitutas hacia la calle Cerrito y 25 de Mayo, más hacia el puerto por la calle Piedras, era una zona de tugurios y eso cambió, la gente empezó a cambiar. Mucha gente fue “expulsada” de ciudad vieja…

No tengo un estudio sociológico de lo que pasó en ciudad vieja, Carmen te podría decir más cosas al respecto. Yo me acuerdo de cosas pintorescas. Cuando pusieron un ómnibus, un micro que entraba y salía de Plaza Independencia hasta la Aduana y volvía, iba y venía gratis, se llenaba de gurises que se pasaban yendo y viniendo (se ríe a carcajadas), lo tuvieron que sacar, eran dos cuadras, entraba por Sarandí y volvía por Buenos Aires, cuando Sarandí no era peatonal. El tema de la entrada y salida a ciudad vieja respecto al transporte ha ido cambiando durante los años y eso influye también. Hubo un momento y eso fue insólito, que no entraban más ómnibus a la ciudad vieja. Más allá de si está bien o mal que entren los ómnibus, había… estoy hablando del 85, 86, más de treinta años y bueno la arquitectura cambió. Carmen que ha trabajado mucho en esas cosas sabe bien, ella es medio referente en esas cuestiones. Creo también que en esos cambios hay cuestiones muy positivas como las cooperativas que se crearon donde se afincó gente, está muy bueno haber traído gente desde el centro, hasta por los servicios, además de darle otra vida al barrio.

Es como el corazón de la ciudad, de Montevideo.

-Sí, es también el corazón financiero…

-Sí, eso sin duda, durante el día, eso siempre fue, ha habido movidas culturales que se han ido trasladando de lugares y bue… por el tema de la pandemia se ha cortado mucha cosa, pero está el tema de los bares, todo lo “gourmet” especial, antes era todo “a la minuta” ahora ciudad vieja es una referencia en lo gastronómico también. Se ven boliches nuevos con una estética y una propuesta impresionante.

-Y de los “climas culturales”, ¿qué me podés decir?

-El cambio también últimamente lo constituyó la migración, vos salís caminando de esta casa, llegas a la esquina y probablemente te encuentres más con cubanos, venezolanos que con uruguayos, está lleno, lleno, hay hasta negocios en la calle, acá a la vuelta hay una peluquería de venezolanos, con su música, su estética, entrás a un negocio y es un caribeño que está detrás de un mostrador, cambió la composición, eso va a tener un efecto porque ellos tienen una cultura más expansiva, más alegre son más expresivos. A mí me gusta sentirlos, me gusta salir a la calle y verlos, a veces no puedo entender porque están acá, hay razones migratorias específicas de todo tipo, pero también… muchos no la pasan muy bien… Pero vos siempre los ves que, aparentemente, están en otra onda…

-Oscar decime tu reflexión del año pasado, pandemia mediante, hasta esta fecha hoy 10 de marzo 2021. Yo veo mucha degradación a pesar que hace pocos años estoy acá en Ciudad Vieja.

-Hay una situación objetiva, más allá de los pensamientos políticos que uno tenga, acá se viene, como por ejemplo el fenómeno de las ollas populares, las ollas populares en el Uruguay, el de las crisis se mantiene . Por ejemplo en la olla popular de Santa Ana en la Costa de Oro, la gente decía: -acá el problema, bueno estamos en verano… el problema va a ser el invierno 2021, por lo que ya todos sabemos, hay mucha gente en la calle, muchas pérdidas de puestos de trabajo. Entras a un comercio y siempre hay alguien sentado afuera pidiendo y pidiendo. Antes no era así. No te venden cosas, te piden directamente, gente caminando que te va pidiendo plata, en los semáforos no te dan la calcomanía, te piden directamente plata. Gente durmiendo en la calle. Se ha exacerbado la indigencia totalmente. Y después… bueno, la gente que tendrá sus ahorros o el obrero o la gente que está en seguro de paro o que perdió su trabajo.

Ayer acabo de escuchar al ministro Mieres que para el 2025 se recuperaría el salario real. Más allá de él, más allá de esos cálculos si desde el propio gobierno te dicen que hasta el 2025 no habrá recuperación… imagínate como viene la cosa.

Creo que de la pandemia en sí, la suerte que hemos tenido, me lo dijeron el primer día el 13 de marzo, va a hacer un año, el 14 o el 15 me comuniqué con amigos italianos que estaban desesperados y alguien me dijo: -ustedes tienen una ventaja tremenda, son pocos, en un territorio bastante grande para esos pocos que son y que acá existe un sistema de salud contenedor. Pero lo más importante de todo está el tema de la población y el territorio, acá tenemos aire, imagínate en la calle Florida en Buenos Aires o ciudades como San Pablo con la densidad de habitantes. Desde el punto de vista sanitario no estamos mal del todo. Acá se ha provocado lo mismo que en todo el mundo: extrañeza, gente que quiere vivir, el tema de los jóvenes, el tema de los jóvenes es como que uno no va para atrás. Los jóvenes es natural que desafíen todo, pero no es solo por la pandemia, desafían la vida y quieren vivir, no hay vueltas. No digo que haga bien juntarse porque hace mal pero es natural que los jóvenes lo hagan igual, los que estudian ciencias sociales lo tendrían que decir. Es imposible parar a los jóvenes que se juntan. Más allá de los que hacen negocios con las fiestas clandestinas, que es condenable, pero los gurises casi siempre desafían a la autoridad. En esa edad te crees inmortal, igual está comprobado que para la juventud es una cuestión leve, está igual todo el tema del contagio, y seguir tomando los recaudos del caso.

-Esta charla nos vino bien, nos pudimos ver aunque sea a dos metros, intermediados por aparatitos tecnológicos (risas de los dos).

-Sí si, eso es tremendo, con una barra de amigos nos decimos casi siempre, “nos vemos, no nos vemos”… y no nos terminamos viendo! Claro estamos hablando de gente que tenemos ya una cierta edad y fragilidades. Se ha roto bastante el vínculo presencial. Ahora existen todos estos aparatitos que son buenos y son malos igual menos mal que existen porque si no, no sabría de la vida de nadie. Pero…no podes mantener vivas las relaciones sólo a través de estos aparatitos…

Cuando finalizamos la charla, me ofreció un café, de esos que sólo él sabe preparar, intenso y que sabe mejor porque lo prepara con gratitud. Vivimos solo a media cuadra y en 2020 nos pudimos ver de pasada dos veces haciendo mandados o algún trámite. Bajé las escaleras grandes y espaciosas de su apartamento y nos despedimos con un abrazo.