Esta conversación la teníamos pautada hace mucho tiempo, por distintas razones, de un lado y del otro no se pudo efectuar antes. Germán es un tipo afable, que siempre te recibe con una sonrisa que se anuncia a través del tapabocas. Del otro lado del mostrador se extraña a Cristina, su mamá, una organizadora neta y expeditiva como él.
Me llamo Oscar Germán Núñez Arburúa, nací el 19 de setiembre de 1973 tengo 47 años y soy de Montevideo.
-¿Cómo está compuesta tu familia?
Mi madre, mis dos hermanos, tengo novia, no tengo hijos, hace más de veinte años que vivo en la Ciudad Vieja.
– ¿Cómo fue tu infancia?
Normal, como todo niño, lo único que a los once años nos fuimos a vivir a Argentina, a Buenos Aires, mi viejo, mi vieja y mis hermanos, en esa época mis hermanos eran bebés, estuvimos por allá más de quince años, entre doce y quince nunca llevo la cuenta de nada. Después regresamos para Montevideo, directamente a este barrio y de acá no nos movimos más.
-¿Por qué se fueron a Buenos Aires?
Mi viejo trabajaba en los barcos, y uno de esos barcos quedó trancado en Buenos Aires, no se podía venir, si venía iba a perder todo, entonces a él se le ocurrió la idea de irnos para allá, consiguió trabajo y nos fuimos todos. Acá era una época medio brava. Nosotros hasta mis once años vivíamos en el barrio Cerrito de la Victoria. Hice unos años de escuela pública y después la terminé en Buenos Aires.
-Y allá en Buenos Aires ¿dónde vivían y que hacían?
Vivíamos en capital, en el barrio San Cristóbal, mis hermanos tienen diferencias de edades conmigo, les llevo diez años a uno y al otro nueve, los cuidaba mientras mis viejos trabajaban. Mi vieja trabajaba en un Sindicato de Amas de Casa, era la secretaria e iban a juntar socias, para que las amas de casa cobren jubilación, viste que las amas de casa no cobran jubilación ( lo dice enfático), entró en eso y se dedicó plenamente a ese trabajo.
-Vos creciste al amparo de una organizadora…
(Se ríe antes de contestar). Ella estuvo bastante tiempo en eso y juntaron varias socias y logró que cobraran por ese papel. Yo tenía una barra de amigos desde el barrio y también de la escuela, jugaba al fútbol, eso era lo mío, me encanta hasta ahora. Siempre jugué al futbol aunque no se note, antes era flaquito. Debo decirte que no me gustaba estudiar, entonces preferí trabajar, trabajé en varios lugares, fui florista, tuve un negocio de galletitas, se vendían en esa época las galletitas sueltas, vos pedías las latas y te traían de los gramos que pedías. Era una galletitería, así se llamaban esos negocios en esa época, no tenía un nombre especial esa empresa. Todo galletas, dulces, saladas, pepitas, conseguimos eso porque mi vieja además trabajaba en los comercios y vendía como corredora. Nosotros teníamos una casa que alquilaba a su vez un local, se nos ocurrió poner ese comercio, entonces nos dedicamos durante bastante tiempo a vender sólo galletitas y en verano vendíamos también helados, helado suelto, como la Cigale, nos traían todo y servíamos ahí. Tuve eso, pero en la época de Menem que después se fundió todo, ahí… tuvimos que cerrar y me fui a una metalúrgica enfrente de la casa que el encargado siempre me quería llevar.
-¿Qué hacías en la metalúrgica?
Se hacían los ganchos de las carpetas, todo con máquinas, había que cortar las láminas y hacer todo el proceso hasta llegar a una argollita, ahí en esa fábrica estuve años. Luego mi vieja se separó y decidió venirse.
-¿Vos querías regresar?
Sí, me preguntó si quería volver a Montevideo, porque estaba trabajando bien en la metalúrgica, pero me cuestioné que iba a hacer solo allá y me decidí enseguida, me vine con ella y mis hermanos Felipe y Daniel, mi vieja se llama Cristina.
-Cristina es uruguaya…
Tiene ascendencia vasca, te das cuenta por el apellido Arburúa, oriunda del departamento de Treinta y Tres.
–¿Se vinieron directamente para este barrio?
Fuimos primero a lo de mi abuela y luego conseguimos una casa en calle Maldonado y Convención, y después nos vinimos a vivir a la calle Alzaibar, acá arriba del almacén.
-Llegamos al almacén…
Este negocio de almacén se llama “Los Hermanos”, bueno yo en realidad arranqué con el salón de la esquina de Alzaibar y Reconquista, el muchacho de ese lugar al tiempo nos quiso vender, compramos y “arrancamos” ahí. Acá había un gallego en el almacén, el señor se enfermó y me preguntó si quería comprarle la heladera y algunas otras cosas y ahí a mi vieja se le ocurrió, buena negociante ella, me sugirió que le alquilara todo y que pusiéramos un almacén..
-Cristina era y es buena para gestionar…
Ahh mi vieja vuela y tenía razón. Le digo al gallego:- José porque no me lo alquilas, así no tenía que andar vendiendo por partes. Me alquiló el local y me vendió lo de adentro…
-De las galletitas pasaste a la metalúrgica, luego al almacén y…
Y antes en Buenos Aires, ahora me acordé bien, vendía flores, era florista en la esquina de Callao y Corrientes, donde están todos los teatros y comercios grandes. Era un puesto grande de flores en la calle, yo me quedaba de noche tipo sereno y también vendía, pasé años ahí solo de noche, desde las diez de la noche hasta las seis de la mañana, hasta que me relevaban en el turno.
-Tenés una historia de mucha actividad laboral German.
Sí, la verdad, pero todos trabajos agradables. Siempre me sentí bien en todos.
-Y este almacén ¿qué significa para vos?
Siempre quisimos tener un almacén, hace unos años no se conseguía un local donde comprar cosas buenas, fiambres buenos, verduras de buena calidad. Bien, porque en realidad lo pusimos con esa meta. Poner cosas buenas, porque de repente comprabas en otro lado el jamón pero no comprabas otra mercadería de buena calidad. Tener de todo pero bueno. Por eso siempre estamos vendiendo. Pero acá “estoy clavado” todo el día. Abro a las ocho y media hasta las nueve y media de la noche.
-Cristina no ha estado por acá desde hace un tiempo…
Sí, ha tenido temas de salud que la han alejado del comercio, pero igual tengo un buen ayudante y a veces mis hermanos ayudan, así a veces descanso un rato…igual tenés que estar si querés que la cosa funcione. Cierro sólo los domingos luego de mediodía. Ha habido momentos que me han pedido clavos, botones, cosas que no son específicamente de almacén, capaz que los viejos almacenes de ramos generales tenían esas cosas…( se ríe)
-Cómo ves a la Ciudad Vieja en estos años…
Cuando arrancamos había muchos robos en el barrio, era impresionante, mejoró y estuvo muy linda cuando hicieron la peatonal, arreglaron los espacios verdes y pusieron las cámaras. Ahora se vino abajo de vuelta. Actualmente en la vuelta hay mucha paste base, no son peligrosos pero están ahí molestando, pidiendo y bueno… eso “afea” bastante la Ciudad Vieja. Este no es un barrio, por lo menos por esta zona de mucha pobreza, para el lado de la aduana ves mayores niveles de indigencia, pero acá están las oficinas, los edificios, la rambla.
-¿Cuáles son tus pasatiempos, tus hobbies?
-Hoy día ( piensa y se rasca la cabeza ) trabajar, salir, no se puede salir mucho por la cuestión sanitaria, voy a la rambla los domingos, espero siempre las vacaciones para ir afuera, donde pinte voy , alquilo y descanso. Esta pandemia nos va a dejar pobreza, mucha complicación y emociones que cambian. La gente ha perdido el humor, surgen los malestares, mucha gente grande está adentro en sus casas, acá me cuentan varios que no pueden ver a sus abuelos, gente que ha fallecido, solitos, ésto sólo ha traído cosas malas, buenas no las veo, y cada vez puede haber más cepas. No sé en qué va a terminar…
-Algún sueño no cumplido…
Viajar más, bue…ahora con esto está bravo, me gustaría ir al sur de Argentina, cruzar la cordillera, calculo que sí que lo voy a cumplir, ( sonríe esperanzado ). Antes inclusive iba más seguido a Argentina a Buenos Aires ahora ya hace mucho tiempo que perdí conexión con amigos de la infancia. Tengo muchos y buenos amigos acá, y sentencia “un amigo es un familiar “. Me acordé antes de terminar esta grabación de una anécdota de Jaime Roos, que siempre fue cliente nuestro, él vivía por la calle Reconquista y me acuerdo que una vez cuando se jugaba el mundial en Sudáfrica, teníamos confianza con él y le dice a mi hermano conseguime una camiseta de Uruguay, dámela y yo te la llevo a Sudáfrica te la hago firmar por todos los jugadores y te la traigo. Entonces le compramos esa camiseta de la selección uruguaya y se la dimos. Cuando pasó el mundial estábamos mirando canal 12, estaba Jaime en vivo con todos los jugadores de la selección, entonces la periodista le pregunta por la camiseta que tenía en la mano y él contesta: -Esta camiseta me la dieron los muchachos de la despensa “Los Hermanos”, donde compro yo, en la calle Alzaibar entre Reconquista y Buenos Aires”. Así exacto,“ se las traigo para ellos”. Esto era un caos, sonaba el teléfono sin parar, todo el mundo vio eso, agarramos luego la camiseta y la tuvimos que poner en exposición, venían de todos lados a ver la camiseta..
-Es una joya…
En realidad es de mi hermano pero que es una joya, vaya sí que lo es, Esa entrevista la repitieron en la noche estuvimos días contestando el teléfono. (ríe a carcajadas)
Nos despedimos con el saludo habitual de estos tiempos, “chocar los puños”. Germán, además de ser un tipo macanudo y solícito, es un trabajador incansable. La grabación la cortamos algunas veces porque “me pedía permiso” e iba a atender clientes. “Los Hermanos” es una empresa familiar, de las de antes, de las que permanecen atesoradas en nuestra memoria visual y emocional.