Corrían y corrían dando vueltas a la piscina en un día soleado al extremo. El grupo constituido por Beatriz, Gustavo y Betito, el hijo de un vecino, reía contentos por la juntada y el disfrute.
Se acercaba la hora del almuerzo al cual Betito estaba invitado y siempre era bienvenido por sus maneras graciosas y afables. Sus padres eran dueños de una estancia vecina que se caracterizaba por la bondad de sus tambos. Cuándo aparecía, muy de vez en cuando a “Las Palmitas”, traía consigo un tarro de15 litros de leche recién ordeñada con la cual se preparaban meriendas que se prologaban hasta el atardecer cuando venían a recoger al niño. Iba a una escuelita rural de la zona y era compañero de Eduardo. Éste no participaba de la alegre reunión porque tenía que sí o sí terminar un deber ayudado por Mulata pues estaba muy atrasado en las tareas escolares .Betito paró su corrida y preguntó por Eduardo pues quería saludarlo. Manuel el peón casero y diligente le indicó donde quedaba el escritorio de Don Teodoro, lugar en el que Eduardo solía hacer sus tareas. Cuando llegó al escritorio, Eduardo estaba inclinado sobre la tarea deletreando oraciones y Mulata en una escucha atenta oficiaba de preceptora. Betito saludó con un abrazo a Eduardo y le preguntó si había podido resolver lo de las oraciones:
-Pudiste armar las oraciones sobre los juegos?
Eduardo, que no se imaginó que Betito venía a saludarlo contestó de manera parca:
-Estoy en eso Betito pero…si me seguís jodiendo no voy a poder terminar…
Betito sin entender del todo la ironía de Eduardo contestó sabiendo lo que se podía esperar de Eduardo cuando se enojaba:
-Terminá de una vez así venís a jugar con nosotros a la escondida.
-Ahora en un rato voy así que preparen el lugar, estos guachos (señalando a sus hermanos menores) siempre terminan perdiendo….ja ja ja.
Mulata sintió que el desarrollo de la charla no iba a ningún lugar cierto y comentó:
-En un rato va Eduardo con ustedes, por ahora lo está haciendo bien. Dale vamos a seguir mijo.
Los gurises se retiraron del escritorio prometiendo esperar a Eduardo para empezar la escondida. Se quedaron cerca del galpón de herramientas y esperaron unos minutos. Pasado un buen rato decidieron comenzar el juego sin Eduardo y hacer que éste luego se uniera. Se tapaba los ojos uno de ellos y contaba a viva voz, uno, dos, tres… así hasta llegar a quince que comenzaba el descubrimiento de los otros .Al rato apareció Mulata invitándolos al almuerzo con Eduardo a su lado.
-No me esperaron …luego del almuerzo comenzamos otro juego .
Almorzaron tranquilos y en familia una buena ensalada, costillas y de postre flan con dulce de leche, el preferido de Gustavo. Doña Chela recogió la mesa ayudada por Mulata y les dijo que jugaran hasta la hora de la merienda de la cual prometió merengues y delicias varias. Eduardo se unió a la juntada y empezó a ordenar la escondida a su manera. Como era el más alto del grupo quiso contar él y dijo que sólo hasta diez. Cada gurí eligió un lugar mientras Eduardo se tapaba los ojos con las manos pero vichaba todo. Así era más fácil descubrir los escondites y salir airoso. Quiso contar más de una vez y estableció la regla de contar sólo hasta diez. A la cuarta vez que descubría los lugares con los gurises, Beatriz dándose cuenta que se aprovechaba de ellos, lo encaró y le dijo:
-Eduardo vos estás queriendo contar siempre y sólo hasta diez ahora me toca a mí, me parece te estás haciendo el loco.
-Dejate de pavadas, ustedes son unos chabones para esconderse, eligen siempre los mismos lugares…por eso los descubro.
Beatriz impuso su razón y que ella ahora contaría, pero hasta quince como habían dispuesto las reglas al inicio. Se tapó los ojos y le hizo una guiñada a Gustavo murmurando se quedara cerca y diciéndole:- No te preocupes no te voy a descubrir, y le susurró:- tené al Betito cerca por las dudas. Pensaba darle una lección a Eduardo.
-Uno, dos, tres… hasta quince. Vio donde estaban Gustavo y Betito y se hizo la disimulada gritando:- Dónde estarán cheee, no me hagan dar tanto trabajo, Eduardoooo ya te voy a encontrar, vas a veeeer!
Buscó y buscó mucho tiempo, demasiado quizá. Hizo salir de sus escondites a su hermano menor y a Betito para encontrar a Eduardo, esta vez estaba preocupada. No aparecía, llamó a Mulata y a Manuel porque calculaba estaba cerca la hora de la merienda. Nada, no aparecía. La juntada se había transformado en una búsqueda de Eduardo de manera desenfrenada. Mulata le decía a Manuel: -Una vez que termina bien la tarea, es bien bravo este gurí…
Escucharon un ruido cerca del aljibe, un pozo medio en desuso y se dirigieron hasta allá. Miraron y cerca del brocal estaba Eduardo que gritaba:-Sáquenme de aquí … puta madre me caí por esconderme de ustedes .Manuel y Mulata agarraron la polea que estaba sujetando un balde viejo y subieron a un Eduardo furioso y con fango en la cabeza. Lo sacaron bajo los aplausos y vítores de los gurises y luego lo lavaron con una manguera. Eduardo se retorcía de rabia mientras Beatriz le cantaba : -Una vez que terminaaasteeee la tareaaaa, ja ja ja .